Estoy aquí, pero debería estar haciendo otra cosa
Una reflexión sobre la ansiedad de no poder elegir un camino definido en un mundo de infinitas posibilidades…
En mi navegador hay varias pestañas abiertas: mis perfiles de Instagram y Twitter, una mesa de trabajo en Canva, un documento en Drive con el borrador de un texto pendiente, algunos artículos de investigación sobre el tema de mi tesis, un video de música en YouTube. Hago clic en enlaces, leo algunas palabras, me desvío hacia algo más atractivo. Me siento abrumada. Cierro todas las pestañas abiertas y me prometo que volveré al contenido más tarde —la mayoría de las veces pueden pasar días antes de que eso suceda.
Todos los días, me despierto y navego por mis redes sociales. Intento enfocarme en seguir las noticias, pero fracaso estrepitosamente viendo reels divertidos. Entro a mis cuentas de compras, reviso mis listas de deseos, meto y saco los productos de mi bolsa. Me preparo un té. Vuelvo a revisar el celular. Contesto uno que otro mensaje que dejé pendiente el día anterior. Me voy a entrenar. Por una hora me enfoco en los ejercicios, pero la mayoría de las veces me distraigo escogiendo la música perfecta.
Durante la tarde, repito el ciclo. Abro y cierro pestañas, mi atención no se dirige más de 10 minutos en el mismo trabajo. Escribo las notas —450 palabras en automático—, tecleo con rapidez. Busco en internet alguna imagen que pueda servirme para ilustrar el texto. Me distraigo con otras cosas. Algo que debería llevarme, no más de una hora, me toma el doble… A veces más.
Me abrumo otra vez. Prendo el televisor, veo por unos minutos alguna serie, pero sigo revisando el celular con nerviosismo por si me piden un trabajo específico. Si no hay nada, seguiré acostada pero mirando con culpa el monitor de mi computadora en el escritorio. Pienso: “debería estar trabajando”.
Por la noche, cuando llego de entrenar, me acuesto en la cama e intento leer dos páginas del libro que he estado leyendo durante meses, pero me doy por vencida después de algunos minutos.
Cuando todo está en silencio pienso en las opciones que podría elegir. Me siento eufórica, mis habilidades y mis intereses me dicen que puedo hacer cualquier cosa. Quiero ser escritora, periodista, pódcaster, bloguera, instructora de artes marciales, deportista o locutora. Aprender francés, japonés y coreano. Quiero montar una cafetería, una librería, una florería. Ver todas las películas de mi lista de pendientes. Quiero quedarme despierta hasta tarde e irme a la cama antes de las 10:00 p. m. Quiero hacerlo todo y, creo que por eso, no hago nada.
Estos últimos meses me he sentido en un limbo. No estoy segura de hacia dónde va mi vida y, la mayoría de las veces, me siento abrumada por esa sensación. Estoy llegando a un punto donde parece inevitable que ya debo decidir quién quiero ser, o a qué me quiero dedicar el resto de mi vida. No lo sabía a principios de mis veintes, tampoco lo sé en medio de los treintas. La vida se extiende frente con un abanico de posibilidades y me parece muy difícil definir o encasillarme en un solo camino.
Me apasionan varias cosas: la escritura, el periodismo, la investigación, el deporte, las artes marciales, la creación de contenido, la comunicación. Sé que lo saludable sería elegir una, pero no puedo hacerlo.
Podría culpar de mi indecisión a mi signo zodiacal: Las personas sagitarianas sentimos pasión por el conocimiento. Queremos saberlo todo sobre todo. Aunque es un dilema bastante común en estos tiempos de la era digital. Hay tantas opciones y no queremos sentirnos limitadas. ¿Cómo elegir?
La película del director noruego Joachim Trier, ‘La peor persona del mundo’, cuenta la historia de Julie, una joven que intenta abrirse camino en la vida. La vemos cambiar de carrera varias veces: estudiante de medicina, psicóloga, empleada de comercio minorista, escritora y fotógrafa. Julie es ella misma sin complicaciones; sigue su corazón y se lanza a nuevas cosas, incluso cuando son inciertas. Se enamora perdidamente. Luego se desenamora y encuentra a otra persona. Por eso, Julie se siente la peor persona del mundo. Ella afirma:
“Siento que nunca logro completar nada. Voy de una cosa a otra”.
Julie ve esto como una habilidad, pero a mí me provoca admiración. Ella no tiene miedo, sigue su corazón y se mantiene fiel a sí misma. Es cierto que esta forma de vida conlleva mucha incertidumbre y no es sostenible para la mayoría de las personas, pero su historia representa la crisis existencial por la que pasa todo adulto joven.
Ahora, yo no soy una mujer blanca que vive en Noruega, tampoco mi novio o mi madre se harán cargo de mí si decido brincar de una profesión a otra. Tengo que trabajar para costear mi vida y no me puedo dar el lujo de tomar un descanso para descubrir —y definir— quién soy. Saberme limitada, es la razón por la que siento esta necesidad insaciable de hacer muchas cosas.
En ‘Los diarios completos de Sylvia Plath’, la poetisa estadounidense escribe:
“Nunca podré leer todos los libros que quisiera; nunca podré ser todas las personas que quisiera ni vivir todas las vidas que quisiera. Nunca podré entrenarme en todas las habilidades que quisiera. ¿Y por qué las quiero? Quiero vivir y sentir todos los matices, tonos y variaciones de la experiencia mental y física posibles en mi vida. Y estoy terriblemente limitada”.
Estas líneas resumen cómo me siento yo y seguramente muchas personas de mi edad—incluso amigas y conocidas que están atravesando sus veintes—: abrumadas por la cantidad de cosas que podríamos hacer. Sabiendo que no nos alcanzará el tiempo para hacerlas todas, y no por eso dejando de anhelar aventuras, conocimiento y conexión.
La vida puede resultar insoportable cuando no sabes qué quieres de ella o no sabes qué camino es el adecuado para ti. Sientes cómo el tiempo se te escurre entre las manos, piensas: “¿cuánto me queda?”.
La revelación de este texto debería ser que después de tanta reflexión encontré la forma de enfocar mi atención u ofrecer los mejores tips para descubrir cuál es el mejor camino a elegir. Spoiler alert: Nada de eso. La reflexión debería desembocar en que he decidido centrarme en una cosa a la vez. Spoiler alert: Tampoco lo estoy aplicando.
Seguiré tomando horas a mis días para escribir en este espacio, compartir mis procesos, mis lecturas y todas aquellas cosas que me dejan pensando…
amo leerte, te quieroo